domingo, 24 de octubre de 2010

Una mujer rota

Si la mirabas de lejos, Ana daba pena. Y de cerca sí, efectivamente no había explicación afortunada para la butaca vacía junto a ella.

Poco rato antes se lo había avisado en un corto mensaje de celular: "Disculpá. No puedo acompañarte al teatro hoy. Que la pases bien". Ana en inmediata perplejidad porquécómocuándodóndequé. Nada. Sólo el mensaje de ella. Y el llamado urgente de Ana, hambriento de palabras que llenaran asientos, la reiterada ausencia. Pero ¿qué podía decirle ella? ¿Qué, que no hubiera dicho ya tantas veces? Después de las constantes negativas, no importaban los porqués. Su rechazo degollaba el camino andado, o el que Ana andaba sola, armando con su sombra una persona, la que quería que estuviera a su lado, a la altura de las cincunstancias y como dios manda, aunque el muy cínico nunca mandara en el camino de Ana.
Súbitamente se vio envuelta en una pantomima telefónica en el medio del viaje en tren hacia el teatro. Mientras discutía con la voz del otro lado de la línea, esa que convertía sus entrañas en polvo, Ana recordó haber sido alguna vez una pasajera más del tren, de las que miraba ese tipo de gente, horrible, pública, desenfadada, hablando a los gritos en sus telefonitos tristes, intentando sanar la vida en una conversación excesivamente cara, en cinco minutos de vida y de muerte. Los veía y no podía dejar de pensar lo diminutas que debían ser sus existencias, tratando de escurrirle un sentimiento a ese pequeño aparato. Esa sed de resolverlo todo en pleno viaje, qué vergüenza, ¡contenéte querida! Pero ahora era Ana la que estaba dando ese espectáculo histérico, frente a todos, aunque todos eran nada, dibujitos de cartón que pasaban movidos por la mano del dios cínico que no la visitaba nunca, movidos como marionetas en el escenario en el que estaba inserta. Y del otro lado de la línea, ella explicándose, maullando palabras, sorbiendo el alma de mate amargo de Ana, que trataba de manotear el respirador artificial, porque sentía que se iba, se iba, marionetas caminando, tren, estaciones, viento, ella, su voz, ruido, ¿qué? no te escuché, no, no te quiero ver más, esto me hiere, ¿entendés? (¡esto me mata!, pero eso no lo dijo). Al cortar la comunicación, desvaída caminó vagones hasta sentarse en el piso del furgón, junto a una señora. Y como vomitando jugos encandescentes lloró desesperadamente, abrazada a sí misma, lloró a gritos ensordecidos por el escándalo del tren.

En un rapto, la setentona con su labial rojo carmesí, las mejillas cruelmente ajadas y unas zapatillitas brillantes, tomó a Ana del brazo y le preguntó:
- ¿Adónde vas?
- Al centro-. Respondió, como quien recibe la mano del dios ausente, para ser devuelto a la vida.
- ¿Vas al recital de La Renga?
Y no, el dios de los humanos seguía sin rastro. Ana permaneció muerta.

Caminó sin vida hasta el teatro. Se sentó en la butaca y apoyó sus cosas sobre la butaca de ella, la faltante, en el asiento de su desaparición.

Si me mirabas de lejos era tan triste, que no quería ser yo. Quería ser otra, que contara la historia de una mujer rota, en una butaca rota, junto a un asiento roto y tan solo que estaba lleno de ausencias.
La ausencia de ella, la ausencia de dios.
Y ninguna explicación afortunada.

5 comentarios:

  1. Buenísima la manera en la que describís esas sensaciones que... no tienen palabras.
    Felicitaciones.

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  2. Sí, es verdad, coincido. Me gusta mucho la forma que tenés de escribir. Se me hizo muy amena la lectura y eso es una buena señal para seguir leyendo futuras entradas =)

    Por lo que vi, seguís un ex blog mío (shanuquiero.blogspot.com) que dejé por cuestiones personales, hace un par de días me mudé a http://ninaenelaire.blogspot.com.

    Buena onda la de Tortódroma que te recomendó en facebook. De esa manera pude entrar acá porque desde mi otro blog accedí a tu perfil pero no figuraba la dirección.

    En fin, ¡bienvenida a la blogósfera! Un placer
    Te saludo grande =)

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  3. La femme rompue, me acuerdo que traté de leer ese libro en francés cuando mi nivel era de principiante y lo tuve que abandonar porque se me complicaba un tanto la comprensión. Ya lo voy a agarrar y no me va a vencer.
    Hoy iba a escribir algo y desistí. Me sentía bastante para el ojete, había mucho que decargar y no lo hice. Pero dí con este texto y encontré mucho de todo lo que corría hoy por mi cabeza cuando volvía en el colectivo.

    Saludos.

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  4. Qué bronca cuando una escribe respuestas y la compu se cuelga y borra todo. Hay que volver a empezar, pero más o menos dije algo así:

    S.L.H.: Gracias!

    Planeta: Se escribe porque se siente. Y cuando se sienten algunas cosas lo único interesante que se puede hacer es convertirlo en expresión/arte.

    Nina: Muchas gracias por la bienvenida, aunque algo sé de blogs y esas cosas... En mi perfil, por lo que yo veo sí figura mi dirección de blog. Si te sigue sin aparecer avisame. Me resulta raro...

    Lesbien: Cuando yo lo leí estaba en pleno corte de pareja, hace ya varios años. Y para mí, que estaba rota, no hubo mejor expresión del enrosque que estaba viviendo en ese momento.

    Ojalá sigan pasando... es difícil construir un blog de cero y, aunque raye con la vanidad, es muy necesario a veces sentirse leída, acompañada.

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